CAMPEONATO DE ESPAÑA DE CROSS POR CLUBES
El viaje a Valladolid transcurrió entre tormentas y sobresaltos típicos de estas situaciones (Confusiones de carreteras, maniobras poco ortodoxas, algo que tampoco es de extrañar sabiendo quien era el conductor), que trajo como consecuencia un gran problema: El plazo de recogida de dorsales se cerraba a las 21:00 horas y debido a los imprevistos, el tiempo no nos sobraba precisamente; urgía una actuación rápida y la coordinación y eficiencia de la expedición salvo la peligrosa situación. Una llamada al hotel donde se recogían los dorsales y… ¡magia! El camino se despejaba de obstáculos sabiendo cual era la entrada a Valladolid que debíamos tomar y el camino al hotel ya que no estábamos como para andar perdidos por una Valladolid que no es precisamente pequeña.
Una lluvia persistente, acompañada de una fría noche, nos recibía en la ciudad castellana. Finalmente, con los dorsales y los correspondientes chips en nuestro poder, montábamos en el coche de nuevo en busca de nuestro alojamiento. Tras lo visto hasta este momento, queda claro el componente principal de nuestro viaje: La familiaridad. La sola presencia de los juveniles en la cita (Una pena lo de los seniors masculinos y femeninos, con nivel de sobra para estar aquí) y el disponer de poco presupuesto condicionaban un viaje muy personal, muy a nuestro “estilo”.
Sin embargo, aún nos esperaba la gran sorpresa de la noche. El hostal donde teníamos reservadas las habitaciones tenia un aroma de posguerra que conllevo cierto comentarios mordaces. En plena plaza Colon, no nos podíamos quejar de estar bien situados. Recogimos al atleta que nos faltaba, nos deleitamos con las habitaciones al dejar los bártulos y marchamos a cenar.
En el paseo en busca de un sitio para saciar nuestra gazuza, en medio de una lluvia que arreciaba por momentos, fuimos viendo distintos equipos a lo largo y ancho de las calles; se veía un buen ambiente. Finalmente, nos metimos un buen plato combinado en un burger made in Valladolid, de esos que mezclan lo castizo, lo castellano, con las nuevas tendencias yankees. Experiencia culinaria inolvidable, por supuesto.
Para rematar la noche, un paseo por el centro emblemático de la ciudad incluyendo un café en un garito con aires intelectuales. Después, regreso a la fonda para descansar de cara a la cita del domingo: Charla técnica, nos colocamos dorsales y chips y a plegar la oreja tanto atletas como entrenadores y adjuntos.
Los despertadores de los móviles resonaron por las habitaciones a las siete en punto de la mañana. Caras de sobamiento que se transformaron en sorpresa cuando vimos el paisaje que se vislumbraba por las ventanas: Una Valladolid cubierta de nieve. A cambiar los clavos, los nervios y las preguntas afloraban durante el desayuno habitacionero, pero la consigna era clara: A DISFRUTAR. Y si era con nieve, pues aun mas.
El coche oficial de la expedición, el “león” negro de Teodoro, de nieve hasta arriba que toco quitar, nos llevaba hasta el circuito de la Cañada Real a las ocho y media de la mañana. Muy madrugadores pero no los que mas ya que los cadetes corrían media hora antes e iban a ser ellos los que abriesen paso en un circuito completamente nevado. Pese a todo ello, tanto meteorología como horario, se respiraba atletismo a raudales con multitudes de equipos y de gente de todos los rincones de España.
Debidamente abrigados en una mañana soleada pero muy fría, los cuatro corredores se fueron a calentar mientras los dos técnicos preparaban documentación, botellines de agua y demás elementos necesarios. Volvía a cundir el nerviosismo cuando llegaban las nueve y media y los juveniles no aparecían. Por fin lo hicieron, con la excusa de la llamada de los nervios a través del sistema intestinal. Entraron a cámara de llamadas mientras Teodoro y Álvaro emulaban a los porteadores sherpas y buscan un sitio para ver la carrera lo mejor posible a la par que cogian las últimas chaquetillas de los atletas justo antes de salir.
Con todo el mundo en sus posiciones, se daba la salida a la carrera juvenil, con doscientos cincuenta atletas que se lanzaron por la recta de salida como animales en estampida. Después de los primeros compases de carrera, se veía bien claro el papel de nuestros atletas en la gigantesca carrera.
Eso si, hay que hacer honor a la verdad, nos habíamos presentado con el equipo medio lisiado: Christopher apenas había entrenado durante la semana debido a un catarro, Ignacio no llegaba en sus mejores condiciones tampoco, Monsif corrió con el tobillo vedado y Dani parecía ser el único que se salvaba, eso si, también arrastrando un pequeño catarrillo. Pese a ello, ninguno de ellos dejo de luchar como un jabato en la nevada llanura por lo que no hay reproche alguno y solo queda el mal sabor de boca de imaginarse cual habría sido nuestro lugar como equipo de haber estado todos a tope y la inclusión del lesionado Javier Marco, atleta destacado en el pasado campeonato de España cadete individual.
Volviendo a la realidad, en la carrera disputábamos un vibrante duelo con el otro equipo aragonés, el Scorpio. Monsif tomaba las riendas de nuestra formación y en una brillante carrera, de menos a mas, ocupaba la trigésima plaza, dando idea de sus opciones en el campeonato individual de la categoría. Nacho Marco se encontró mejor de lo esperado en la carrera y circulando siempre en grupos intermedios, firmo la 91º plaza, mejorable en otras condiciones y excelente en su verdadero estado. Los otros dos componentes del equipo sabían cual era su consigna: tranquilidad, que seis kilómetros y medio eran muchos. Cumpliendo a rajatabla lo acordado y pese a estar lejos de su mejor forma, Christopher Gallardo salio atrás del extenso grupo y poco a poco conforme pasaban los kilómetros, fue escalando posiciones para acabar esprintando con un Daniel Barberá que, pese a llevar solo seis meses practicando atletismo, dio muestras de su buen hacer y, corriendo de manera inteligente, finalizo en un puesto meritorio. Fueron 184º y 185º respectivamente.
Luego salían las clasificaciones: Trigésimo primeros, por delante del Scorpio por unos pocos puntos, sobre un total de cuarenta y cuatro equipos llegados meta y cincuenta y dos inscritos. No estaba mal, se habían cumplido las expectativas y sobre todo el principal objetivo, el disfrutar de la experiencia.
La mañana, que se fue paulatinamente empeorando, con copos de nieves incluidos, nos deparó más carreras, exhibiciones de atletas como Tadesse Zersenay, los ánimos a atletas de nuestra región, la lucha y el sufrimiento de todos y todas de las diferentes categorías,… En definitiva, la esencia del atletismo, el cross.
Cuando acabó la ultima carrera, vuelta para Zaragoza con parada incluida a pocos kilómetros de Valladolid para comer y llegada a las nueve de la noche para dar por acabada una experiencia realmente bonita.
2 comentarios
mounsif -
jorgitoooooooo medico -